MANEJO DE VELAS Y OTROS
ELEMENTOS
Utilizar en toda ocasión, un candelabro para
velas y/o velones.
Los Egipcios utilizaban velas de junco
embebidos en grasa animal y los romanos ya en siglo 1º d. C, las fabricaban con
la grasa de vaca y cordero.
En el siglo XII, se agregó la cera de abejas,
luego intervino la esperma de ballena en su fabricación, hasta que en 1850,
comenzó a refinarse el petróleo y surgió la vela de parafina que conocemos en
la actualidad.
Desde el antiguo Egipto hasta hoy, no solo estuvo ligada a la
iluminación como así también al misticismo.
La vela es un objeto inanimado hasta el
momento que comenzamos a trabajarla, y alcanza su punto máximo al encenderla,
por lo que debemos conocer su composición para tomar algunas precauciones.
De la mitad de un cirio hacia el pabilo,
existe la polaridad positiva, la parte inferior es la negativa, razón por la
cual debemos calentar primero la parte inferior para pegar la vela en el
candelabro y recién después encenderla, por ninguna razón se debe derretir
parafina con la vela encendida, pues estaremos invirtiendo la polaridad de
dicho elemento.
Las velas y velones pueden estar escritos con
el nombre del paciente, si la tarea lo requiere, pero siempre desde la base
hacia el pabilo, sin abreviaturas y nombres y apellidos completos.
Los velones deben ser desenvueltos para
escribirlos y sazonarlos, para luego envolverlos en un nuevo papel celofán para
encenderlos.
Prender una vela es como abrir una ventana al
espacio astral y nunca podremos saber quién se puede asomar por ella, por lo
que debemos tomar la precaución de tener siempre un vaso de vidrio con agua en
el altar, este líquido puede o no llenarse de burbujas, pero nos habrá
protegido del ingreso de energías extrañas. Esa agua debe arrojarse en el
sanitario y accionar el mecanismo de descarga, si fuera arrojada en el patio o
jardín solo estaríamos cambiando la carga de lugar.
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